jueves, 6 de diciembre de 2012

Otra historia real, de patos y pingüinos

¡Hola de nuevo!

Quería compartir en este post una historia real que tuvo lugar hace ya unos años y que dejó una profunda huella en mi memoria.

Esta historia se compone de dos partes. La primera tuvo lugar hace ya unos cuantos años en un precioso parque ubicado en un pequeño y pintoresco pueblo de la Selva Negra. Allí había un grupo de patos, y como si estuviéramos dentro del cuento de El Patito Feo, había uno apartado del resto. 

No sabría decir por qué, pero a ese pato lo estaban machacando. Si se acercaba a comer donde el grupo encontraba comida, otros ejemplares le picaban y expulsaban. Si intentaba acercarse a nosotros, lo expulsaban. Con un poco de esfuerzo conseguimos apartar a ese pato del grupo y que se nos acercara. Cuando lo hizo, le dimos comida. La sorpresa fue ver cómo ese animal, al igual que otras personas que puedan venir a tu mente, estaba tan bloqueado que no se atrevía ni a comer la comida que estaba ahí sólo para él. Cuando el resto de patos vieron la escena, vinieron a toda velocidad y lo expulsaron. Tristes, nos fuimos de ese parque reflexionando sobre lo que había pasado y la lección que podíamos extraer. 

La segunda parte de esta historia tiene lugar unos años más tarde. Me encantan los pingüinos, y he visto un buen número de documentales sobre ellos. Sobre todo disfruto con las imágenes del pingüino imperial por su espectacular belleza y lo diferente que me resulta su hábitat. 

Cuando la voz en off estaba relatando que más de un tercio de los machos muere al ir a buscar comida para la hembra que se queda incubando, recuerdo que de repente vi a un buen número de ejemplares saliendo de las gélidas aguas. Uno de ellos estaba ensangrentado, y la voz en off dijo que muchos acababan heridos por leones marinos.  Al empezar a andar por el hielo en busca de su pareja, otro macho se le acercó y acosó abusando de su estado. Cuál fue mi sorpresa al ver la fuerza, energía y convicción con la que el ejemplar herido se defendió. Lo hizo de tal modo que el pingüino atacante se batió rápidamente en retirada.

Pero la sorpresa de verdad vino justo al momento siguiente. Después de haber ahuyentado al otro macho, unos pasos más tarde el valeroso pingüino cayó muerto, desangrado. Me conmovió muchísimo esta historia, y aún hoy lo hace con fuerza. De hecho la recuerdo con frecuencia a pesar de haber visto este documental hará 4 años o más. 

La moraleja para mí es tan simple como empoderadora: no importa cómo te encuentres en este momento, o cómo estés. Lo que marca la diferencia es la actitud. La actitud es el catalejo con el que observamos todo lo que nos rodea y actuamos en consecuencia. 

¡Deseo que te haya gustado esta historia!

Con mis mejores deseos de amor, salud y prosperidad, 

Santiago

1 comentario:

  1. Hola, un saludo fraternal. Felicitaciones por el blog, es muy interesante. Me gustó mucho la moraleja de esta historia, la cual, de alguna manera nos recuerda que cada uno tiene el poder de dirigir sus experiencias según sea la actitud asumida.

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